PASAR DEL
CONFORMISMO A LA NOVEDAD DE JESUCRISTO
Continuamos
en nuestra andadura cuaresmal que, como cada año, nos llevará a la
celebración de la Pascua del Señor: su pasión, muerte y
resurrección. Con la imposición de la ceniza fuimos convocados con
un objetivo claro:
pasar del conformismo a la novedad
de Jesús. Un arco iris de nueva vida.
Quisiera
acercarme a vosotros, si me lo permitís, hermanos/as de la Real
Cofradía del Stmo. Cristo del Amor y Ntra. Sra. del Primer Dolor,
para juntos meditar y reflexionar sobre cómo vivir con profundidad
nuestra fe cristiana, que ha de ser la verdadera identidad de cada
uno de los miembros de nuestra Hermandad. Y al acercarme, poder
alentaros, poder animaros a ser lo que el Señor, el Stmo Cristo del
Amor, espera que seamos: testigos de su
amor; que podamos reflexionar juntos
sobre la grandeza de la fe que profesamos y sobre la importancia del
compromiso que como cristianos cofrades hemos adquirido.
Hoy
somos conscientes de que no es fácil ser cristiano comprometido; no
es fácil vivir con coherencia nuestra fe cristiana. Por ello hemos
de pasar de un cristianismo, a veces vergonzante, a un cristianismo
comprometido, testimoniante, que ilusione y así podamos manifestar
la alegría, el gozo del Evangelio, como nos exhorta el Papa
Francisco: «la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida
entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar
por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior
y del aislamiento».
Estamos
viviendo momentos difíciles. Todos somos objeto de muchas
tentaciones y no siempre somos fieles. Podemos preguntarnos ¿Cuáles
son nuestras tentaciones? El papa francisco nos alerta de cuáles son
estas tentaciones y de cómo disminuyen nuestro fervor. Él las
resume en tres: La acentuación del
individualismo; la de crisis de identidad; caída del fervor.
Si
somos sinceros, nos daremos cuenta que existe en nosotros una especie
de complejo de inferioridad que nos lleva a relativizar o esconder
nuestra identidad cristiana, nuestras convicciones más profundas;
que hay una pérdida del entusiasmo misionero; y sobre todo, una
pérdida de la alegría evangelizadora.
Por
ello, este tiempo que estamos viviendo, debe ser un tiempo de
revisión – conversión de cara a una renovación de cada uno de
nosotros y de nuestra Cofradía. Porque no será posible un nuevo
camino sin una verdadera conversión personal; una renovación de
actitudes.
Este
nuevo tiempo que hemos iniciado, con la renovación de nuestra
Cofradía, requiere y pide un corazón nuevo: hacer nuestras las
actitudes del Evangelio. No habrá una auténtica renovación de
nuestra Hermandad si no nos acercamos al Evangelio y bebemos del agua
clara de la Palabra de Dios que ilumina, interroga y confronta. No
hay más fuente de renovación que el Evangelio, lo demás sería
vivir de la moda. Se trata de revivir el Evangelio. Es el momento de
salir de nosotros mismos para acercarnos a Jesús, al Cristo del Amor
que, de nuevo nos dice: «en esto conocerán
que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros»
(Jn 13,35).
Acerquémonos
a Cristo, al Stmo Cristo del Amor, porque ante esa imagen bendita no
podemos pasar de largo, no podemos ser indiferente, porque Él nos
atrae hacia sí: «atraeré a todos hacia mí».
Acerquémonos a Él porque en Él podemos confiar nuestros
sufrimientos y dificultades, con Él las incomprensiones, fatigas y
dolores de la vida parece que son más llevaderas. Y con Él y
unidos a Él, continuaremos nuestro caminar, y
podremos recoger a los hermanos y
llevarlos con nosotros, porque cada hermano es importante y Dios nos
pedirá responsabilidades: «¿Dónde está tu
hermano?» (Gn 4,9)
El
Papa Francisco, en su mensaje de Cuaresma nos dice: «La Iglesia
sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta
los confines de la tierra. Así podemos ver en nuestro prójimo al
hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que
hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos…. Cuánto
deseo que en los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en
particular en nuestras parroquias y comunidades, lleguen a ser islas
de misericordia en medio del mar de la indiferencia».
Toda
una tarea y compromiso, para ello hemos de quitar nuestro
conformismo, nuestras desilusiones, y pesimismos y apostar por la
novedad que Cristo nos trae, todo un reto en esta nueva andadura.
Y
de la mirada contemplativa del Cristo del Amor a la de la Madre, una
mirada a Ntra Sra, la Virgen del Primer Dolor, que ella siga
protegiéndonos con su manto de amor.
Fdo.
Manuel Cuadrado Martín
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