El sábado doce de marzo de 2016 fue un día grande para
nuestra hermandad. Grande porque, aparte de celebrar la lectura de XXIII Pregón
de Semana Santa, cumplíamos con una deuda pendiente con nuestro querido hermano
Manolo Álvarez (Q.E.P.D.) y se convertía en realidad su sueño y regalo en forma
de terno para su niña, nuestra señora del Primer Dolor.

Al finalizar la Eucaristía nos preparamos para disfrutar del
pregón. La Banda de música “Santa Cecilia”, de Sorbas, tomó posición ocupando
parte del crucero y el transepto de la Milagrosa. Una vez estuvieron preparados
interpretaron las marchas “Dolorosa del Amor” y “Corpus Christi” como
preámbulo. El vocal de comunicación de la hermandad, José Leyva, tomó el uso de
la palabra y, tras dar la bienvenida a los asistentes, entre los que se
encontraba el alcalde de la ciudad, Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, y
varios concejales así como hermanos mayores de otras hermandades, procedió a
presentar a Juan Enrique Ureña, primer teniente de hermano mayor de nuestra
hermandad y que fue el encargado de presentar a la pregonera.
Martínez Labella repasó su vinculación con nuestra
hermandad, de la que es hermana hace trece años y, en un pregón carente de
verso pero no exento de sentimiento y cercanía, exaltó el AMOR como el
principal de los valores que deben caracterizar el comportamiento cristiano y
que, a la vez, es una gracia que nos identifica.
El pregón de Ana Martínez tuvo un momento especialmente
emotivo cuando, desde el coro de nuestra parroquia, un violín llenó la bóveda
del templo con los sones de la marcha “la Saeta”. Luego la prosa de la
pregonera volvió a embelesar a los asistentes y, casi en un suspiro, puso punto
y final a una exaltación que a muchos les pareció corta.
Al finalizar el pregón, la banda de música “Santa Cecilia”
de Sorbas ofreció un pequeño concierto de marchas procesionales en el que,
entre otras, se pudieron escuchar “Reina de las Huertas Coronada” y “Nuestra
Señora del Primer Dolor”, ambas dedicadas a las titulares marianas que presiden
nuestra parroquia.
Y, con la entrega de recuerdos, se puso fin a un pregón que
fue la antesala perfecta para los días que estaban por llegar.
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